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Este año, en medio de mi trayectoria contra el cáncer de mama, el Señor me dio un sueño que me brindó consuelo y claridad. Fue un recordatorio de Su constante presencia y cuidado, incluso en medio de la incertidumbre. Mientras buscaba su entendimiento, Filipenses 4:7 se destacó para mí:
"Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús".
Este versículo resonó profundamente en mi espíritu y se convirtió en un salvavidas de esperanza y tranquilidad. No es sólo un verso que he leído, es uno que he vivido. Es la Escritura que he elegido conservar para este año, mi Escritura del Año.
Mi Sueño:
Era de noche y me encontré afuera de un hospital, rodeado por una multitud de personas. El ambiente estaba cargado de preocupación cuando alguien anunció que el hospital estaba teniendo despidos. Naturalmente, todos, incluyéndome a mí, empezamos a preocuparnos por la posibilidad de perder nuestros trabajos.
Todos decidimos entrar y preguntarle al jefe quiénes se verían afectados. Una por una, la gente se acercó al jefe en busca de respuestas. Cuando llegó mi turno, me vio y me preguntó: "¿Qué estás haciendo aquí?".
“Vine a comprobar si a mí también me despiden”, respondí nerviosamente.
Con una sonrisa tranquilizadora, dijo: "¡No, tú no!". El alivio me invadió, envolviéndome como una manta cálida y peluda.
Sintiéndome más ligera, comencé a caminar hacia la salida del hospital. Pero antes de que pudiera irme, alguien me detuvo y me entregó un paquete de medicamentos. Tan pronto como lo tomé, sentí náuseas. Luego me dieron otro paquete, explicándome que estaba destinado a otra persona que había elegido desaparecer y no recogerlo. Fue entonces cuando me desperté. Inmediatamente comprendí lo que el Señor estaba tratando de decirme.
El poder de Filipenses 4:7
El cáncer es una batalla que pone a prueba tu fe, tu fuerza y tu determinación. Pero en medio de todo esto, Filipenses 4:7 ha sido un faro de luz. Habla de una paz que no depende de las circunstancias, una paz que viene sólo de Dios.
Esta paz es sobrenatural: protege el corazón y la mente cuando el mundo se siente abrumado. Me ha mantenido anclado cuando el miedo intentó apoderarse de mí y me ha recordado que la presencia de Dios es mi refugio.
Elegir la paz:
Elegir Filipenses 4:7 como mi escritura del año es mi manera de mantenerme firme en la fe. Es mi declaración de que confío en que Dios me guiará en cada paso de este viaje. Su paz es mi escudo y me protege de la ansiedad, la duda y el miedo.
Exhortación para ti:
Si estás atravesando tu propia tormenta, te animo a que te aferres a las promesas de Dios. Busca en las Escrituras y pídele que te dé un versículo al que aferrarte. Ya sea Filipenses 4:7 u otro pasaje, Su Palabra será lámpara a tus pies y lumbrera a tu camino (Salmo 119:105).
La paz de Dios está disponible para todos nosotros. No es algo que ganamos, es un regalo que recibimos a través de Cristo. En esta temporada, estoy agradecida por esa paz y oro para que llene tu corazón y tu mente también.