Wednesday, April 12, 2023

2023 Church Hurt: Now What? / 2023: Herida por la Iglesia: ¿Ahora Qué?


Psalm 46:10 This year has been one of the most challenging seasons of my life—more difficult than my divorce and even my cancer journey combined. I’ve experienced church hurt before, but this time, it was on a whole new level. The pain and anger I felt were overwhelming, and it led me to step down from my leadership position. There were many moments when I seriously considered leaving the church altogether.  

What made it harder was that I saw it coming in the spirit before it actually happened, but I couldn’t believe people I had known and trusted for years would hurt me like that. I won’t get into the specifics because that’s not the point of this post. This is about how God walked me through the pain and helped me find healing.  

The Battle Within:  


For months, I was in a spiritual battle so intense that I couldn’t hear God’s voice, not even to receive my scripture of the year. I cried myself to sleep night after night, begging God to intervene.  

Then, one day, I attended a special service at another church. During the ministration part of the service, the preacher, who didn’t know anything about my situation, gave me a word from the Lord. He said, “Don’t cry anymore. Wipe your tears. I’m going to take care of it, says the Lord.”  

That moment was a turning point. It reminded me to be still and know that He is God (Psalm 46:10). It wasn’t that God wasn’t speaking to me—it was that my hurt and anger were hindering me from hearing Him.  

The Hardest Step:  


A few weeks later, the Lord asked me to do something that felt impossible at the time: He asked me to apologize to the one person who had hurt me the most.  

I was stunned. In my mind, I thought, “What do You mean, Lord? They should be apologizing to me!” But I knew better than to argue with God (though I still tried, to be honest). In the end, I chose to humble myself and obey, even though I didn’t expect an apology in return.  

After apologizing, I went home and poured my heart out to God. I asked Him, “Why did You ask me to do that?” His response was gentle but clear: “That was for you, not them. I can’t do what you’re crying out for Me to do when you’re a stumbling block.”  

That moment of clarity hit me hard. I realized that my hurt and anger were not just affecting me—they were blocking God from working in my situation. So, I asked Him to remove the pain and help me see the person who hurt me the way He sees them.  

The Healing Process:  


Since that prayer, I’ve felt a shift in my heart. Things aren’t perfect, but they are so much better. When the enemy tries to remind me of the past, I make a conscious choice to say, “See them like the Lord does.”  

God has been so faithful in answering my prayers. He’s given me peace, softened my heart, and helped me release the anger and bitterness I was holding onto.  

Your Turn:  


If you’ve experienced church hurt, I want you to know that healing is possible. It’s not easy, and it may require steps that feel uncomfortable or even unfair. But when you surrender your pain to God, He can do incredible things in your heart and your situation.  

Have you gone through church hurt? How did you overcome it? I’d love to hear your testimony—let’s encourage one another as we walk this journey of faith together!

*********************************************************************************


Salmos 46:10
Este año ha sido una de las temporadas más desafiantes de mi vida, más difícil que mi divorcio e incluso mi trayectoria contra el cáncer combinados. He experimentado heridas en la iglesia antes, pero esta vez fue en un nivel completamente nuevo. El dolor y la ira que sentí fueron abrumadores y me llevaron a renunciar a mi posición de liderazgo. Hubieron muchos momentos en los que consideré seriamente dejar la iglesia por completo. 

Lo que lo hizo más difícil fue que lo vi venir en el espíritu antes de que realmente sucediera, pero no podía creer que las personas que había conocido y en las que había confiado durante años me lastimarían de esa manera. No entraré en detalles porque ese no es el objetivo de esta publicación. Se trata de cómo Dios me sostuvo a través del dolor y me ayudó a encontrar sanidad. 

La Batalla Interna:


Durante meses estuve en una batalla espiritual tan intensa que no podía escuchar la voz de Dios, ni siquiera para recibir mi escritura del año. Lloré hasta quedarme dormida noche tras noche, rogando a Dios que interviniera. 

Entonces, un día, asistí a un servicio especial en otra iglesia. Durante la parte de la ministración del servicio, el predicador, que no sabía nada de mi situación, me dio una palabra de parte del Señor. Él dijo: “No llores más. Seca tus lágrimas. Yo me encargare, dice el Señor”. 

Ese fue un momento crucial para mí. Me recordó estad quieto y saber que Él es Dios (Salmo 46:10). No era que Dios no me estuviera hablando; era que mi dolor y mi ira me impedían escucharlo.

El Paso más Difícil:


Unas semanas después, el Señor me pidió que hiciera algo que en ese momento parecía imposible: me pidió que me disculpara con la persona que más me había lastimado.

Me quedé atónita. En mi mente pensé: “¿Qué quieres decir, Señor? ¡Debería disculparse conmigo! Pero sabía que no debía discutir con Dios (aunque, para ser honesta, todavía lo intenté). Al fin, decidí humillarme y obedecer, aunque no esperaba una disculpa a cambio.

Después de disculparme, fui a casa y abrí mi corazón ante Dios. Le pregunté: "¿Por qué me pediste que hiciera eso?" Su respuesta fue amable pero clara: “Eso fue para ti, no para ellos. No puedo hacer lo que me pides a gritos que haga cuando eres piedra de tropiezo”.

Ese momento de claridad me golpeó fuerte. Me di cuenta de que mi dolor y mi ira no sólo me estaban afectando a mí, sino que estaban impidiendo que Dios obrara en mi situación. Entonces, le pedí que removiera el dolor y me ayudara a ver a la personas que me lastimaron como Él las ve.

El Proceso de Sanidad:


Desde esa oración, sentí un cambio en mi corazón. Las cosas no son perfectas, pero están mucho mejor. Cuando el enemigo intenta recordarme el pasado, tomo la decisión consciente de decir: “Míralos como lo hace el Señor”. 

Dios ha sido fiel al responder mis oraciones. Él me ha dado paz, ha ablandado mi corazón y me ha ayudado a remover la ira y la amargura a las que me aferraba.

Tu Turno:


Si ha experimentado heridas en la iglesia, quiero que sepas que la sanidad es posible. No es fácil y puede requerir pasos que resulten incómodos o incluso injustos. Pero cuando entregas tu dolor a Dios, Él puede hacer cosas increíbles en tu corazón y en tu situación. 

¿Has sufrido heridas por causa de la iglesia? ¿Cómo lo superaste? Me encantaría escuchar tu testimonio. ¡Animémonos unos a otros mientras caminamos juntos por este camino de la fe!